Trabajo: Fòrum Opció Escola
Autor: Ana Canedo
El psicoanálisis es una respuesta que se articula a una demanda, con la que se presenta un sujeto que sufre un malestar que perturba su vida, que lo hace sufrir demasiado. Es una respuesta de la que se derivan las respuestas que en cada caso se presentan y en cada momento del análisis.
La respuesta la pone el analista a la entrada cuando ofrece el dispositivo analítico al sujeto, diferenciada en cada caso.
En el dispositivo, se establece un vínculo social nuevo, el discurso del analista. En este discurso los lugares están bien delimitados, donde se aloja el deseo del analista, acorde al pentagrama que marca el inconsciente del sujeto.
De ahí podemos deducir que lo que responde es el deseo del analista, que responde a la demanda del analizante, es el deseo que orienta la sujeción del analista a su ética. Desde este punto de vista, no hay ética sin clínica, la respuesta del analista debe atenerse al pie de la letra a los significantes y a la lógica de la estructura de ese sujeto.
Desde este lugar de respuesta, el del deseo del analista, se establecen las reglas del juego, la chance de que la partida tenga lugar.
¿Podríamos en este sentido pensar que es el deseo del analista el que se enhebra al decir del analista, lo que aporta, como interpretación?
Aquí nos encontramos con la variedad que impone la clínica en cada momento, con su interrogación: cuándo se trataría de inyectar algo de lo imaginario del sentido, cuándo se trataría por el contrario de reducir el imaginario con el corte, o a través del equívoco, para qué sujeto, en qué momento de su análisis.
Así vemos que el analista es responsable del acto, al principio, durante y al final del análisis, si el analizante consiente y trabaja por ello.
Al comienzo se trata del anudamiento de la transferencia al sujeto supuesto al saber, algo debe poner el analista allí, para que el saber sea interrogado en el lugar de la verdad.
Se trataría entonces de detectar en las entrevistas preliminares cuál es el punto del malestar que se puede convertir en causa de la pregunta por el deseo. Ya que la transferencia es un lazo libidinal que requiere algo más que la voluntad consciente, es una decisión insondable del ser que se abre a lo nuevo, al acontecimiento del inconsciente por venir, a lo inédito.
Colette Soler señala en el Preludio nº 1 para el próximo Encuentro que Freud inventó el dispositivo del análisis, fijando la interpretación del lado del analista, como respuesta a los síntomas que el inconsciente fomenta.
Cito: “Freud lo aborda con el desciframiento de la serie de signos que hacen el síntoma, el Hombre de las ratas es su paradigma… De los signos descifrados emerge el sentido del deseo al que apunta la interpretación freudiana y que está explicitado en el fantasma.”
El sentido apunta a la “realidad sexual” del inconsciente, ficciones que teje el inconsciente lenguaje, a partir del agujero en el saber. El agujero en el saber tiene que ver con que la verdad es no toda, no toda puede decirse, pero además, que el goce es insuficiente, y que el amor no logra hacer de dos uno. La inexistencia de la relación sexual.
Queda finalmente el síntoma, con su núcleo real fuera de sentido, que persiste al final del análisis, el síntoma que la interpretación freudiana sobre la verdad recubre, y que Lacan enfoca cuando se refiere al inconsciente real en su enseñanza a partir de los años 70.
Nos encontramos en la lógica del acto analítico, el pasaje a la producción del deseo del analista. Para algunos sujetos, se plantea un más allá de los beneficios epistémicos y terapéuticos, de la transformación de la transferencia al saber en su análisis en transferencia al saber del psicoanálisis y de ocupar a su vez el lugar del analista para sus analizantes.
Nos estamos refiriendo al momento-lugar prince del acto analítico, el pasaje de analizante a analista, , que está citado en el argumento de nuestro Seminario de Escuela.
El producto del acto analítico sería entonces producir algo del analista, es decir el final del análisis llevado hasta su término, para conducir a un sujeto que consiente en ser habitado por algo del deseo del analista.
La Reseña del Seminario XIX “…O peor” (1)
Comentaremos entonces un parágrafo que Lacan despliega en la Reseña, donde se refiere a la ética del analista en la dirección de la cura, y los elementos que están implícitos en la respuesta a la demanda del analizante.
Encontramos en el parágrafo el esfuerzo en su enseñanza, para promover el valor de la lectura en el Escrito. Allí se puede abrir la significación, como solía decir, como flores japonesas, en la siguiente cita, que nos propone desplegar, término a término:
“ El análisis invierte el precepto de hacer- el bien y dejar- decir, al punto que el bien-decir satisfaga, puesto que no hay sino plus- de- decir que responde al demasiado poco”.
Una primera lectura nos hace detener en el término el precepto del análisis, un precepto es una orientación que se debe seguir:
Podríamos preguntarnos: ¿Cual sería entonces la respuesta del analista en su acto? “Un bien – decir que satisfaga”.
Pero antes de concluir, seguiremos paso a paso los elementos de la frase, que se va elucidando a lo largo de la Reseña y en otros textos de la época:
Si tomamos la frase en su resonancia en la lengua francesa, podemos cernir algunos elementos:
– Del lado del analista: el bien-decir
Encontramos aquí una oposición entre, hacer el bien (bien – faire) y el bien- decir (bien -dire) Se trata del bien-decir donde encuentra su punto de apoyo “la ética del psicoanálisis”.
No se trata entonces de querer hacer el bien para el sujeto, en otras palabras, de ubicarse en el lugar de amo- maestro, en el registro imaginario de la demanda al Otro.
– Del lado del analizante: la asociación libre.
Freud elabora su descubrimiento del inconsciente con el dejar- decir, en la asociación libre con sus pacientes. Este dejar decir libremente, dirá Lacan, no es tan libre, porque se ordena desde el saber inconsciente.
En la asociación libre se despliegan los dichos del analizante que se pueden recoger en el discurso consciente y forman parte de un discurso hablado.
Tomaremos entonces los elementos que están implícitos en la frase: por un lado “los dichos”, por otro “la enunciación” y más allá “el decir”.
Con la enunciación nos encontramos en el campo del inconsciente que se obtiene con el trabajo de desciframiento, y lo podemos ubicar en el lugar de la cadena de significantes reprimidos, en el piso superior del grafo del deseo en Subversión del sujeto. El lugar de la enunciación está ubicado en el grafo con el matema S/<> D.
La enunciación tiene que ver con la verdad del inconsciente estructurado como un lenguaje, donde se articulan los significantes amos en los que se engancha la pulsión, que aparece como demanda enlazada al Otro, al falo y los objetos del deseo en el registro del narcisismo.
El inconsciente estructurado como un lenguaje, supone un sujeto que es producto de la operación del lenguaje. Cuando dice: “El significante es lo que representa al sujeto para otro significante”, supone un sujeto determinado por elementos simbólicos. Es el saber del inconsciente – verdad el que está en juego.
En el desciframiento se produce una pérdida de goce, del goce que se encuentra afectado en los significantes amo. El recorrido es significante haciendo bascular los prejuicios en los que está comprometido el yo.
Lacan lo dice de este modo: “Porque desde el momento en que hay saber hay sujeto y hacen falta algunos desfasajes, algunas fisuras, algunas sacudidas, del yo en ese saber, para que de golpe uno se dé cuenta, para que así se renueve ese saber que sabía de antes”. (2)
El analista deberá intervenir de distintos modos, la interpretación en el desciframiento se ve afectada por la estructura misma de la verdad, que no puede ser alcanzada toda. Por ello la interpretación del medio decir de la verdad permite la abertura del enigma. Si bien toma en cuenta el saber mítico del deseo inconsciente, también debe atender al límite de la palabra. Es el límite de la palabra lo que importa aquí cernir, no la elocuencia. Es el límite que se intenta ensanchar, para permitir que algo del goce se desprenda en beneficio de la enunciación.
La interpretación apunta a producir escansiones, los cortes en las cadenas de ficción del inconsciente, para extraer elementos significantes limitados y objetivados, sobre algo que se dijo, entre los dichos. Son elementos no simbolizados que aspiran a su realización significante, que puedan ser repensados en primer término, para perder su fuerza primitiva.
Como decíamos, el propósito de la enunciación es abrirse camino hacia la verdad, y podríamos decir que es el propósito del desciframiento en la asociación libre.
El decir como acontecimiento
En los años 70 Lacan comienza a privilegiar la categoría del decir en el análisis, que toma su desarrollo cuando dice: “Que se diga queda olvidado tras lo que se dice en lo que se escucha…” (3)
Si antes se trataba en el análisis de situar lo real de lo simbólico, es decir lo imposible de la palabra para decir la verdad del inconsciente lenguaje, ahora se trata de abordar lo real que ex – siste a lo simbólico y que tiene un estatuto propio.
El síntoma, como acontecimiento de lo real del cuerpo, es el verdadero motor de la enunciación, lo que viene a causar la interrogación del sujeto y su división.
El síntoma es lo que acucia al sujeto en su demanda, es el testimonio de un saber que escapa al entendimiento, produciendo los afectos enigmáticos de lalengua. “El saber hacer con lalengua rebasa aquello que puede dar cuenta el lenguaje” dice Lacan en Aun (4), es el síntoma-letra que apremia, lo que resiste al vaciado de goce que realiza el lenguaje.
De allí que ahora se precisa un poco más qué es el lugar del analista, como objeto causa de deseo y goce, sí, pero alojado en su lugar de interrogar al síntoma. El analista en el lugar del síntoma, como cuerpo extraño, responde con su ética frente al malestar pero al mismo tiempo no deja de incomodarlo. En la pareja analista-analizante, se trata de aligerar el síntoma en beneficio del decir, a través del decir mismo, que en el transcurso del análisis bordea cada vez más un vacío.
Es en el del cuerpo donde toma lugar el acontecimiento del decir, en el análisis, como la herramienta para la intromisión del significante en el cuerpo, como escritura y marca indeleble.
El decir como acontecimiento está por afuera del significado de lo que se dice, el hecho de decir no proviene de lo simbólico ni del sujeto sino que está más cerca del acto. Se encuentra por afuera de la cadena de los significantes y no está en posición de revelar la verdad. El decir ex –siste por afuera de la estructura del lenguaje. Se puede deducir si está o no está, no se descubre por los enunciados como en la enunciación.
Colette Soler señala que no pertenece a ninguno de los tres registros, RSI, sino que proviene de su anudamiento.(5) Así lo encontramos en la clínica del nudo borromeo, en el cuarto nudo del sinthome, es el decir del padre, un-decir que nombra. Cuya eficacia podemos deducir por su ausencia, por los efectos en el cuerpo estudiados por Lacan en el caso Joyce.
“La interpretación, sobre el límite del diálogo imposible”
Lacan responde en la Reseña a la pregunta de Television (6) : “Qué debo hacer? , qué debo hacer como analista para extraer de mi práctica la ética del bien-decir”
Volvemos entonces a la Reseña, donde dice que la interpretación se apoya en lo real, “sobre el límite de lo que aparece como un diálogo imposible”.
Volvemos entonces al parágrafo: “El análisis invierte el precepto de hacer- el bien y dejar- decir, al punto que el bien-decir satisfaga, puesto que no hay sino plus- de- decir que responde al demasiado poco”.
En su Escrito La dirección de la cura Lacan ya señalaba lo que debía poner el analista, el analista paga con su presencia, pero también con palabras “elevadas por la operación analítica al efecto de interpretación”.
Si en ese momento se trataba de la verdad en la elucidación del deseo, ahora la interpretación afecta al núcleo íntimo del decir. Si nos encontramos con el demasiado poco en la satisfacción del diálogo, entre analizante-analista, es preciso que el plus de decir de la interpretación del analista, satisfaga la ética del bien decir.
El demasiado poco proviene ya desde la base por la inexistencia de la relación sexual, la respuesta del analista proviene de que, a pesar de eso, o a causa de ello, es preciso poner, hacer, el decir que haga satisfacción.(7) Un decir que permita hacer inscripciones en la sustancia gozante del cuerpo.
La condición de la interpretación sería el deseo del analista, a lo que apuntaba Freud con la atención flotante. Lacan lo retoma ubicando al analista en la posición del “no pienso” para producir la interpretación, desde el lugar donde el analizante lo ha ubicado como objeto en la transferencia.(8)
Una manera de decirlo sería que el analista piensa, pero piensa desde el ”no pienso” como sujeto, para producir una interpretación que no apunte al sentido, sino para cercenar el sentido, que siempre pide más en pos de encontrar una palabra, que diga la verdad sobre lo real .
Que apunta a que se satisfaga algo en la tramitación con el goce, con ese plus de goce, de ese exceso y a la vez demasiado poco de goce, que está en la base de la repetición y el síntoma.
Lacan vincula aquí al analista con el deseo del matemático, de producir relaciones lógicas para intentar cernir con los matemas un real y poder operar con él.
En el caso del analista, se trataría de obtener un saber que afecta al cuerpo, al cuerpo como base material del goce, en la medida en que el hablanteser obtiene su ser de palabras, se trata de despedazar, dice, “trozos de goce” a través de las palabras.
En la interpretación se trataría entonces de intentar cernir, el significante que resuena, que afecta al cuerpo, recordaba Luis Izcovich en su clase del Seminario en el Ateneu. Donde Lacan señalaba cómo el significante puede tocar a la pulsión en el Seminario XI, ahora lo retoma cómo es el decir el que toca al cuerpo.
Donde en la Reseña se refiere al signo, en Aun lo pondrá como la letra.
Cuando habla de la experiencia analítica, Lacan insiste allí sobre la función de la lectura de la letra. “La letra es algo que se lee. Pero no es lo mismo leer una letra y leer un texto”.(9) La letra es como la carta robada del cuento de Poe, nada se sabe de su contenido, pero no deja de producir efectos.
En la Reseña pone el énfasis en el valor de la escritura, ya que lenguaje escrito es lo que permite ubicar las declinaciones de la ortografía donde situar lo imposible de decir. En la medida que lalengua está constituida de elementos, la lectura de la letra se fundamenta en el equívoco.
Lo explica de este modo en Concluir: “Finalmente, lo que está entre el analista y el analizante es la escritura (10), lo que el analista dice es corte del discurso, valiéndose para ello de la ortografía. Lo que el analista dice participa de la escritura, en esto precisamente: en lo que para él equivoca sobre la ortografía“
En el Seminario RSI señala que el análisis solo puede operar a partir de lo simbólico, porque el inconsciente está estructura como lo simbólico. Un simbólico constituido por signos, no por palabras que pueden construir una frase, como en la gramática.
Un ejemplo de la gramática en el psicoanálisis, es la formulación del fantasma inconsciente señalado por Freud: sujeto, verbo, objeto del predicado: el padre pega al niño, el niño es pegado por su padre, no es lo mismo.
Pero este simbólico tiene como propiedad estar hecho del equívoco. Y “el equívoco, no es el sentido” dice. En otros términos en el análisis no se opera a partir del sentido, se opera a partir del equívoco.(11) Que puede ser una frase, una palabra o un epíteto. En todo caso, se comporta como un equívoco: un – dire que satis- fasse, que intentamos declinar, sin llegar a atrapar del todo su significado.
Me parece entender que en “un – decir que satisfaga”, podemos encontrar algo de lo que luego desarrollará en el nudo borromeo y el sinthome, como la función del decir de nominación del padre, un-decir singular que incluye lo real del síntoma y el semblante, y hace lazo social.
Colette Soler decía en su ponencia “Poner lo real en su lugar”. (12)
“Doy por sentado que el “saber hablado” del inconsciente no puede revelarse sin “que se diga”, en el sentido del acto… que Un decir se deposite a partir de todos los dichos. El nudo mismo donde Lacan inscribe lo real, hay que hacerlo, es una observación de Lacan, y se hace por el decir.
Cuando el nudo se realiza, lo real y el sentido están anudados. Entonces los goces también están anudados…”
En el final del análisis se trata entonces de responder desde el imposible, el psicoanálisis responde de la posición de “inscribir algo” sobre ese real, es el modo de hacerle frente. Testimoniar que se puede hacer algo con él, en la medida que se lo incluye. Lo que se puede verificar en una ética, es decir en actos, un estilo de vida.
Trabajo realizado por Ana Canedo
Barcelona, Febrero de 2012
(1) J. Lacan – Reseña del Seminario XIX “…O peor” – 1971-72 – inédito.
(2) J. Lacan – Seminario XV “El acto analítico” – 1967-68 – inédito – Clase del 17 de enero de 1968.
(3) J. Lacan – “El atolondradicho” – 1972 – Escansión – Ed. Paidós-
(4) J. Lacan – Seminario XX “Aun” – 1972-73- Clase XI – Ed. Paidós.
(5) C. Soler – Seminario “La querella de los diagnósticos” – Curso 2003-2004 – pag. 102 y sig.
(6) J. Lacan – “Televisión” – 1973 – Apartado v – Radiofonía y Televisión – Ed. Anagrama.
(7) Nota trad. : equívoco que permite la lengua francesa: “satis-fasse”, que haga satisfacción, poniéndolo más del lado del acto.
(8) J. Lacan – Seminario XIV La lógica del fantasma – 1966-67 – Inédito.
(9) J. Lacan – Seminario XX “Aun” – 1972-73 – Cap 3 “La función de lo escrito” – Ed. Paidós
(10) J. Lacan – Seminario XXV “Concluir” 1977-78 – Inédito
(11) J. Lacan Seminario XXII “RSI” – 1974-75 – Lección del 10/12/74 – Seminario inédito.
(12) C. Soler “Poner lo real en su lugar” – Wunsch nº 10 – Boletín de la EPFCL-
Trabajo presentado en el Seminario Escuela de EPFCL-FOE de Barcelona